Nombrada así por la historia que inspiró a hacer una luz trasera de este tipo, no es una luz trasera común, tiene un par de características técnicas que sobresalen en el inmenso mundo de las luces para bici. Su tiempo de operación continua en el modo de iluminación normal es de entre 20 a 22 horas y se recarga en aproximadamente 40 minutos cuando está completamente descargada. Está creada por ideas y recomendaciones de ciclistas que circulan muchos kilómetros en la ciudad diariamente, todo el diseño tiene un por qué, se ha prestado atención en canalizar la luz de manera que no moleste al que va rodando detrás y se dirija a la altura ideal para ser visto por conductores.

Es una luz hecha a mano pensando en cubrir necesidades básicas y exigencias de los ciclistas urbanos, de carretera o cicloviajeros.

Una gran ventaja de estar hecha a mano es que he prestado especial atención en protegerla contra el agua, no debería dañarla, esto gracias al ensamblado con siliconas suaves en las partes vulnerables, tapas herméticas de TPU, construcción con trampas para agua y un barniz protector en la electrónica. Aunque en la práctica sabemos que “el agua es canija”, el diseño y armado está ideado para prevenir la entrada de agua.

Incluye una base multifunción para poder colocarla en parrillas, mochilas, correas tipo Moly o sujetar la base con cinchos plásticos, la lámpara se sujeta a la base con la liga pequeña ya incluída.

La producción a mano permite poner especial atención en su fabricación, no son creadas por maquinas de alta precisión, de todas maneras cada luz es sometida a pruebas para verificar su buen funcionamiento, lleva mucho tiempo la fabricación de cada una y es armada con mucho gusto. Actualmente ya disponible para venta en su empaque de reuso.